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Descansa

La inocencia no se esconde.
A veces se pierde y otras
El mundo se encarga de robársela.




Todo lo que hagas en la vida
será insignificante, pero es muy
importante que lo hagas porque
nadie más lo hará. Como cuando
alguien entra en tu vida y una parte
de ti dice que no estas minimamente
preparado para esto y la otra parte dice
hazla tuya para siempre
.


http://lapuppa09.blogspot.com/


miércoles, 25 de agosto de 2010

No hay que ver...

Salí, sospechando que la secuencia de sucesos en aquella
Noche serian catastróficos, como si encontrar la voz fatídica
De un locutor seria lo mismo que escuchar una canción de los
Beatles en cualquier bar ya para estos tiempos.

Caminé despacio, encogiendo los hombros, cruzando los brazos,
El frío estaba como para tiritar. Me detuve en la vera de la acera
Mirando hacia los dos extremos de la calle, como en espera de algún
Automóvil, aunque hace horas no se veía pasar uno. Era costumbre mía.
Coloqué un pie en el asfalto negro para entonces cruzar - Creí que me invitarías
Algunos tragos - Escuché decir.
Giré el cuerpo, dando media vuelta.
El muchacho del bar estaba allí parado,
La luz roja del letrero del bar le caía en los cabellos, tomando la forma sexy y
Divertida de sus risos, le cubría los hombros, haciendo que las rayas blancas de
Su camisa fuesen color rosa y se escapaba de mi vista escondiéndose por toda su espalda.
Su rostro quedaba libre de luz, no obstante podía distinguir cada facción gracias a los
Rayos de luna.
- ¿Que no basta con haberme dejado ganar? - pregunté, mirando bien sus ojos azules y directos.
- No, necesito un favor - dijo, como si la confianza entre nosotros fuese añeja y muy profunda
- ¿A si? - Mencioné, viendo el otro acercarse - Siquiera, ni siquiera se tu nombre - culminé, crucé
la calle y subí al auto.

Iba a colocarme el cinturón de seguridad para cuando el rubio subió al ford, sentándose en
el asiento trasero del auto y el otro, en el del acompañante, lo miré, sus ojos entornados y
Muy grises enfocaban la calle - ¡Arranca! - exclamó el de atrás, no hice nada.
- Hazlo - dijo y sus ojos grises corrieron hasta mi rostro, frunció el ceño y limpió el sudor
de su frente.
Puse el motor en marcha, como si alguna fuerza me obligara a hacerlo.
El rubio mantenía la vista en el bar, mientras nos alejábamos, suspiraba frotándose las manos.
- Por cierto - dijo el que estaba a mi lado, con mucha serenidad - Su nombre es Fase,
Fase ocho...



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